Cuando buscamos la definición de empatía, podemos encontrar múltiples significados como, por ejemplo:
El Drae (Diccionario de la lengua española) define la empatía como: sentimiento de identificación con alguien o con algo. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Las naciones unidas definen la empatía como capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, la empatía nos permite ver las cosas desde la perspectiva del otro en vez de la nuestra.
Y así como estas, hay otras definiciones sobre la empatía que al final la podemos haber escuchado en nuestro día a día como: “Ponerse en los zapatos o en el lugar del otro”, sin embargo hace unos días conversando con alguien sobre este tema, me ponía una perspectiva diferente, o más que diferente diría complementaría y decía: “ Yo creo que la empatía debería ir más allá de ponerse en los zapatos del otro y más bien en caminar con los zapatos el otro”. Y esto me llevó a pensar que más que ponerme por un momento en el lugar del otro, el caminar con los zapatos del otro implica realmente comprender y analizar más en profundidad aquello que ese otro ha tenido que vivir para llegar a ser, actuar, decir o cómo toma decisiones. Esta acción más detenida conlleva, si lo quisiéramos denominar, entrar en un “nivel de empatía más profundo”.
Cuando logramos tener niveles de empatía más profundos, logramos establecer mejores relaciones interpersonales, más auténticas y transparentes, generando mayor confianza.
Las personas que son realmente empáticas (muy diferente a ser simpáticas, ya que la simpatía se queda en la expresión de sentimientos hacia una persona, mientras que como vimos previamente, la empatía se basa realmente en la comprensión del otro), tienen un mayor nivel de desarrollo de su autoconciencia, con más capacidad de introspección frente a otra persona que no cuenta con esta capacidad, puesto que, antes de comprender al otro, yo debo comprenderme a mí mismo. Es por esto que en la medida que yo me conozca, me comprenda, tendré la disposición para comprender a otros e ir desarrollando esta habilidad.
En un nivel corporativo, al desarrollar la habilidad de la empatía, no solo fortalezco mis relaciones con mi equipo, pares o superiores, sino también podré saber cómo abordar ciertas situaciones con el otro para llegar a una toma de decisiones de beneficio común, podré llegar a acuerdos de formas de trabajar mutuamente benéficas, y alcanzar resultados más rápidos y eficientes.
Desarrollar la empatía implica dejar de lado mi ego (concepto del cual hablaremos en un futuro artículo) y activar el hemisferio derecho del cerebro, el cual es el encargado de promover la cooperación a base de empatía, las emociones, la perspectiva de la vida y el poder transformador, desarrollando ese interés por conocer genuinamente sobre el otro.
Mi invitación de hoy es empezar a desarrollar la habilidad de la empatía para generar mejores relaciones interpersonales ya sea en la vida corporativa, familiar, social y personal.