Creo que en muchas oportunidades hemos escuchado la importancia de hacer pausas. Las pausas activas para evitar dolencias en nuestro cuerpo y hacer cambios en nuestra postura, pausas para respirar y pensar con mayor claridad al momento de tomar decisiones. Sin duda las pausas también nos ayudan en el bienestar de nuestro cuerpo, nuestra salud física y mental, entre otros. De hecho, retomando uno de mis primeros artículos dentro de las recomendaciones que daba para incrementar la productividad, mencionaba cómo recargamos nuestra energía y cómo las pausas hacen parte de ese proceso.
Ahora bien, en esta ocasión quiero abordar la importancia de las pausas porque cada vez que lo pongo a prueba reafirmo cómo puede cambiarte completamente la perspectiva de una situación cuando hacemos un simple pero poderoso “alto”.
Tomarse unos días de descanso para recargar energía, desconectarse efectivamente los fines de semana para llegar a un lunes con toda la energía, sacar espacio para la actividad física, almorzar despacio aprovechando los alimentos que comes, hacer una llamada a una persona que quieres, en fin, simplemente con el hecho de desconectarte por unos minutos, así sean pocos, te permite ampliar tu perspectiva. No es gratuito que algunas personas jocosamente digan que las mejores decisiones las ha tomado en la ducha, haciendo deporte o ejecutando cualquier otra actividad, menos trabajar. Cuando detienes lo rutinario (para nuestro caso sería el trabajo), durante este lapso el cerebro afianza y consolida la información que ha venido recibiendo. En otras palabras, cuando paramos le damos la oportunidad a nuestro cerebro de bajar la revolución y realmente aterrizar toda la información o conocimientos que hemos venido recibiendo, facilitando las conexiones sinápticas que permitirán que podamos hacer análisis y comprendamos diferentes perspectivas haciendo asociaciones que en modo automático no logramos concretar. Esto solo es posible cuando paramos.
Detenernos nos permite acelerar, porque cuando paramos encontramos soluciones o respuestas alternativas, entendemos otros observadores frente a las mismas situaciones y hacemos relaciones entre situaciones que mejora nuestra productividad.
Si lo vemos desde el ámbito personal – emocional, cuando nos relacionamos en modo automático con los hijos, la pareja, la familia, seguimos una inercia, pero cuando paramos para conectar realmente con ellos, a través de actividades novedosas con ellos, la relación se refuerza. Así nos damos cuenta de gustos, preferencias y pasatiempos que fortalecerán los sentimientos, permitiéndonos descubrir cosas maravillosas que nos van a generar mucha gratificación. Esto incluso ocurre con nosotros mismos, cuando paramos y nos damos un “tiempo de mí” y nos re-descubrimos.
Al final, cuando pones en perspectiva las pausas en todos los ámbitos de la vida, descubres el valor y beneficio que te trae hacer esa pequeña pero valiosa pausa.
La vida hoy tiene un ritmo frenético, imparable, por ello la invitación es a que aprendamos a ponerle frenos temporales que nos den el impulso para seguir. Esto se volverá un ciclo rítmico y balanceable.
Consejo: Antes de dormirnos pensemos: “En la mañana las cosas se ven mejor”.